Aparentemente te dedico mis últimos pensamientos del día, porque de nuevo estas ahí. El fresno se extiende infinito junto a nosotros, sus ramas acarician las pecas luminosas de esta falsa noche hija de mis mentiras.
El universo obedece a los arquetipos cíclicos de la vida. Todo se repite. Parálisis, ritmo cardiaco acelerado, el tiempo se ralentiza, en este espacio sé que no necesito respirar, el oxígeno no existe; vos no deberías existir, pero no dejas de aparecer y siento que unas manos de acero me aplastan los pulmones. Me siento morir.
Y seguís ahí, estoico, tus ojos son como el mar con el que alguna vez soñamos juntos y no dejan de mirarme inquisitivos. No puedo recordar tu nombre. El fresno crece y crece, besa a los astros. Quiero que rompas este cuerpo ilusorio y toques mi alma; que intentes entender esta masa amorfa de emociones que no logro comprender.
Erradica eso que provocas, eso que hiciste, eso que hicimos.
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