Te extraño, naciendo del ocaso como una diosa. Luna helada de belleza pétrea y risa fácil.
Afligido, me siento un distante horizonte que te ve alejándote como una gran ola de fuerza imparable, un grito a la vida.
Soy el árbol que se enamoró de la luna, que creyó que ella era su vida, pero la vida siempre fue de todo menos justa.
Mis ramas ya apenas la pueden tocar, ella se eleva. Mis raíces me retienen, mi destino no es el cielo pintado de estrellas.
Nos extrañó, soñé que éramos infinitos
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